A mediados de noviembre, bien entrado el otoño, en las cumbres de la península Ibérica se produce un fenómeno natural de extraordinaria belleza: La cabra montés, la reina de la montaña, se enamora.

Se respira la tensión en el ambiente. Del gozo de contemplar a los grupos de hembras con sus crías y machos que intentan cortejarlas, pasamos en cuestión de minutos a sobrecogernos teniendo delante de nuestra retina y del objetivo de la cámara a dos machos monteses, dos titanes de más de 100 kilos de peso alzándose sobre sus patas traseras para chocar sus enormes cuernas el uno contra el otro. Un golpe seco que se oye en toda la sierra.

Lugares tan espectaculares como el Torcal de Antequera ofrecen un marco incomparable al fotógrafo de naturaleza para dar rienda suelta a su pasión por la fotografía con este hito natural, y desde Ojos de Doñana ofrecemos al cliente el disfrutar de ello.